viernes, 14 de octubre de 2016

A vueltas con el acoso escolar

Hace unos días leí la noticia que viene relatada en este artículo: http://www.elespanol.com/espana/sociedad/20161007/161234828_0.html
La primera reacción fue la de desconsuelo por el dolor que esta niña tuvo que sufrir no sólo en la paliza que le llevó a estar hospitalizada sino también por todo el anterior que tuvo que aguantar hasta ese momento y ante el cual aparentemente no se hizo nada que sirviera para detener ese proceso constante de acoso escolar que esta menor sufría a diario.
El segundo sentimiento fue el de coraje, una gran desazón por la facilidad en que unos cuantos niños abusan de la fuerza de grupo para humillarla, maltratarla y echarla por tierra en todos los sentidos. ¿Cómo se puede expresar tanta malicia, tanta crueldad, tanto daño,...?.
Lo tercero que me vino a la mente fue pensar: "Esto no se produce de la noche a la mañana, hay unas causas y también hay un para qué". Y de ese pensamiento deducía que la cuestión más importante no se aborda "únicamente aumentando la vigilancia y señalando al profesorado de dicho centro por la falta de control de todos los espacios, lugares y momentos de la vida escolar del centro" (no haría falta ninguna vigilancia represiva de la violencia si los niños y niñas tuviesen conciencia del respeto que todo ser humano merece y necesita, del valor sagrado de toda dignidad humana y de que ninguna sociedad se construye excluyendo sino buscando la participación constructiva de todos).
La pregunta a continuación es ineludible: ¿Quién debe asumir la tarea de aportar tal educación?.

Culpables, hay que buscar inmediatamente unos culpables.

La noticia salta a la prensa e inmediatamente se buscan culpables, como siempre y cuanto antes mejor porque hay que tranquilizar a la sociedad, a las familias, a la opinión pública y dejar clara la idea de que "ya está todo controlado". Y... ¿quiénes son?, en primer lugar el profesorado del colegio que no fue capaz de darse cuenta de que estaban apaleando a esta niña, por las razones que fueran, no importa: no había vigilancia en ese momento y en aquel lugar concreto y punto.
Se apunta a los niños agresores también y lo que se apunta es que "ya estaban identificados". Punto. Pero ¿resuelto?.

¿Por qué?, ¿para qué?.

¿Por qué unos niños adoptan unas conductas como éstas?, ¿qué factores pueden influir para que se exprese tanto desprecio a la dignidad humana, a la integridad física y moral de una persona?. Estaría muy bien averiguar las causas las cuales tendrían que ver, seguro, con muchos factores estructurales y socioambientales como por ejemplo:
  1. - Unos ambientes familiares donde las cosas se obtienen a base de presión, violencia y donde el respeto al otro brilla por su ausencia.
  2. - Influencias de patrones de conducta que observan en películas, series, videojuegos,... con los cuales los niños se sienten identificados o a los que quieren imitar de algún modo por cierto sentido de admiración.
  3. - Necesidad de impresionar a otros para así verse o sentirse respetados, temidos,... y así salvaguardados ante posibles "rivales" que usan métodos similares.
  4. - Necesidad de otros de sentirse aceptados dentro del grupo de "amigos" ("no eres de los nuestros si no haces lo mismo que nosotros").
  5. - ...

El para qué parece obvio: se busca reconocimiento, respeto absoluto por parte de los demás, garantizar el pacto implícito de "no-agresión", la "paz armada", confirmar el poder o supremacía sobre otros,... ¿Estamos hablando de algo extraño?; estamos hablando de algo instintivo que forma parte de la constitución humana. Entonces ¿hay que dejar que estas cosas sigan su curso porque son naturales?... pues no, va a ser que no; tenemos instintos pero también voluntad, tenemos la capacidad de EDUCAR nuestras conductas y tendencias, somos capaces de crear actitudes que modifiquen y hasta transformen nuestras inclinaciones naturales.

Somos corresponsables todos.

El primer espacio en el que esto ha de ser detectado es en la familia, en el lugar o ámbito social en el cual el niño o niña se desenvuelva.
Otra cuestión es la "cantidad y calidad del tiempo que los padres o educadores pasamos con estos niños y niñas, cómo intervenimos con ellos, cómo reorientamos conductas, cómo respondemos a sus necesidades que no caprichos".
¿Tenemos ese tiempo?. ¿Cuántas familias hoy, en este país, pueden decir que tienen asegurado el pan de cada día y no se sienten con la soga al cuello y pueden decir que mañana podrá seguir entrando en casa el salario necesario para cubrir siquiera todos los gastos ineludibles?. ¿Qué problemas personales, de salud mental, se van aposentando en cada uno de nosotros, en las relaciones de pareja y, por lo tanto, en la relación padres-hijos que nos impiden darnos cuenta de lo que está pasando con nuestros hijos o lo que ellos están haciendo con otros niños y niñas?.
Todo está conectado, todo tiene que ver con todo. No se puede mover una pieza de un puzzle y ponerla en cualquier otro lugar o eliminarla sin que el resto del rompecabezas se vea claramente afectado.
No son los niños, no son los maestros, no son los padres y madres, no son los educadores que han de hacer de padres de estos niños, no es el Estado ni la empresa en la que trabajan los adultos,... los únicos responsables; es todo el conjunto, es la relación existente entre todos ellos. Todos tenemos la responsabilidad compartida de EDUCAR, aunque hay cosas, obviamente que son claves para lo que venga después funcione bien.

Educar en el respeto al otro.
  1. El primer paso está en manos de las estructuras y entre ellas el ámbito laboral, ése que dentro de las claves de un "trabajo digno" (el pasado 7 de octubre se celebraba) aporta a las familias no sólo un salario suficiente para poder mantener la unidad familiar sino también una proporción equitativa de los 3/3: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas para la convivencia; con condiciones de seguridad y salud óptimas en el ejercicio del trabajo. Si estos mínimos se cumplen... ello aportará a la familia mayor tranquilidad y podrá vivir sus relaciones internas de manera bien distinta, más centrada en sí misma. El Estado o autoridad autonómica debería velar para que el "derecho al trabajo" fuese una realidad para todos y para que este trabajo tuviese para todos esa dignidad mínima expresada en sus condiciones que se proponen o imponen a los trabajadores. A esto se le llama "respeto".
  2. El siguiente paso, o simultáneo, es que la familia debe dar en primer lugar en su relación de pareja. En ese modelo de relación se van a fijar nuestros hijos para desarrollarlo luego con sus iguales. También reproducirán la forma en que los padres nos relacionamos con todos nuestros hijos, el modo de resolver los conflictos, la toma de cualquier decisión, el modo de hablarnos, la forma en que demostramos que "la dignidad del otro es sagrada para nosotros" (tanto en el ambiente familiar como con otras personas). Esto tiene que ver clarísimamente con el "respeto".
  3. Si tenemos unas buenas relaciones de pareja, una buena relación padres-hijos,... no será difícil hilar un poco más fino en relación con lo que nuestros hijos ven, leen, con quiénes se relacionan, en lo que están (redes sociales, videojuegos, películas,...) y hacer diálogo al respecto con ellos ayudándoles a desarrollar el juicio crítico ante ciertos mensajes consumistas, enormemente violentos, degradadores de la dignidad humana que se venden a menores bajo el ropaje de "juegos de entretenimiento" (¿se han fijado ustedes en tanta cantidad de videojuegos que para alcanzar unas metas han de estar constantemente matando a personas y cualquier otro ser vivo que haya por medio?, ¿casualidad... o cierta intencionalidad subliminal?). También aquí está en juego el "respeto".
  4. Y ¿qué pensar si a renglón seguido nos empeñamos en tener una mayor y mejor relación con el centro docente al que apuntamos a nuestros hijos?. Familia y Escuela compartimos no pocos objetivos comunes, por lo tanto nos conviene -y muchísimo- ampliar y mejorar nuestra relación con todo el profesorado. Si nuestra relación va más allá de los contactos formales planteados por el propio centro docente y buscamos espacios en los que compartir dificultades y potencialidades, dudas y certezas,... y buscamos resolver en equipo cualquier situación que pueda afectar negativamente a nuestros hijos... estaremos en camino no sólo de descubrir cosas como ésta que este artículo señalaba sino también de intervenir a tiempo y hasta prevenirlas antes de que sucedan. Respeto mutuo y colaboración familia-escuela.
PARA AMPLIAR Y CONTRASTAR:
  • ¿Qué pensamos del artículo que motiva y abre esta entrada?. ¿Cuáles han sido nuestras conclusiones al respecto?.
  • ¿Es importante la "educación en valores" que aterrice en prácticas y actitudes coherentes?. ¿Por qué?, ¿para qué?.
  • ¿Cómo podemos educar en valores desde el hogar?. ¿Cómo ayudar a nuestros hijos a descubrir el valor sagrado de toda persona de tal manera que esa concepción les lleve a respetar plenamente la dignidad del otro?.
  • ¿Cómo prevenir que nuestro hijo/a sea acosador/a o que pueda ser acosado/a por otros?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario